Desde 2009 el proyecto revolucionario cubano ha incorporado matices, con la venia de Fidel, pero tras su fallecimiento en 2016 es normal ver cientos de cubanos viajar hacia Cuba y, de esta isla al mundo, mayores inversiones norteamericanas y europeas, un socialismo de mercado y, lejos de lo que se pensaba, hoy 2019, la vieja guardia militar y política, manteniendo sus privilegios, han tomado el bastón de la incipiente socialdemocracia, admitiendo que la única voz es la de Raúl Castro.
Hoy día, Raúl ha descentralizado los poderes públicos, en manos de Fidel, pero mantiene el ideal revolucionario, sombreado por las defecciones y nombramientos a dedo. No obstante, analistas internacionales, piensan que, a su edad, Raúl Castro es un líder de transición y que una salida que garantice la continuidad revolucionaria, es el nombramiento de un nuevo presidente. Su hija, la reformista, Mariela Castro (57), mantendría el linaje, pero hay otros nombres: Carlos Lage Dávila (68), cuestionado por Fidel en 2009; Álvaro López Miera (78), militar apadrinado por Raúl Castro... Otros amigos pasan los 80 años de edad.
El racionamiento, solución de todos los males, es apenas defendido, y el desarrollo económico se asocia al desmantelamiento del esquema totalitario y a la mayor productividad industrial. Desde 2009, EEUU, ha facilitado un espacio a la salida democrática, evitando nuevas oleadas migratorias cubanas y fortaleciendo la economía de la isla, con ello se ha asegurado un nuevo mercado y un alejamiento de los otrora males ideológicos necesarios.
