La actitud de Ricardo Costa, Francisco Camps, Alberto López Viejo, Benjamín Martín Vasco y Alfonso Bosch Tejedor, hace pensar en un Rajoy débil y una Esperanza fuerte.
Las imágenes de “niños pijos” de los gürtel, ha desgastado el perfil político de Rajoy – Aguirre, dañado su credibilidad y la de los políticos españoles. Costa dijo que Camps contaba con sus servicios, Rajoy que apoyaba a Camps delante, detrás y por los lados, y Aguirre va de inocentona de los contratos de Correa en Madrid. Esas posturas nos hacen creer que Rajoy sigue vivo, políticamente, gracias a la crisis.
De los trajes, coches, fiestas y contratos, el pueblo percibe no una vocación de servir a España, sino un medio para forrarse los bolsillos, un afán por el consumo desmedido y una falta de respeto a sus propios votantes. Y todo ello en plena crisis y apostando por el despido barato. ¡Menuda cara!
Como los gürtel no son mileuristas ni difieren sus necesidades, porque las satisfacen de inmediato, se creyeron dueños de lo seguro y de que los parados, los “sin un duro” al ser de “esa otra clase”, los del escalón de abajo, no tendrían posibilidad alguna de crear una opinión pública y de ponerles al borde del precipicio.
