domingo, 15 de agosto de 2010

¿SERÁ VERDAD TODO LO QUE AQUÍ SE DICE?


El concepto de democracia norteamericano está sujeto al consenso sobre el uso de cualquier medio para asegurar y potenciar el mercado económico mundial. Por ello el gobierno chavista, sus aliados y todo lo que represente una disonancia, forman parte del riesgo adicional a correr por las agencias de seguridad y fuerzas armadas americanas para lograr la estabilidad del Cono Sur y del mundo.

Según Eva Golinger el “Comando de Movilidad Aérea de USA (AMC) es un equipo de guerra cuya misión es asegurar la movilidad a nivel global y establecer bases para situaciones de contingencia”. El AMC (1992), ha actuado en Afganistán, Irak, Haití, Somalia, Ruanda y Bosnia”. Pero desde 2007 ha asumido la “Guerra Irregular” (GI), es decir, conflictos que requieren rapidez de acción y solución no sólo militares, sino también de aquellas que influyan la opinión civil y ayuden a la transformación institucional de países alejados de la democracia estadounidense.

“…La GI, se considera como una campaña multinacional y multi-agencial”, así, Irak y Afganistán han sido el ensayo de un escenario que incluye cualquier situación y lugar inestable como Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia, Cuba, Nicaragua o Uruguay, por ello “El Pentágono estaría arreglando un acceso militar adicional en varios países de la región” (Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Puerto Rico, Aruba, Curazao, Cuba, Honduras, Costa Rica...), siendo Colombia con la base de Palanquero (2mil hombres y un presupuesto de US$43 millones), el eje fundamental para el control del narcotráfico.

La GI “No sólo es una cuestión de acceso rápido o de bajos costes”, las bases militares en América Latina permiten que las agencias de espionaje americanas (CIA, FBI, DNI, USAID...) funcionen al unísono para norteamericanizar no sólo a los ciudadanos, sino también a los pensamientos bobos de muchos parlamentarios.

¿Es una nueva política económica colonial?, ¿usted qué opina? Una cosa puede ser cierta: La imposición de una felicidad o cultura, siempre compromete y, acorta en el tiempo, la victoria. Esta imposición que apela a la guerra de forma franca o encubierta, necesita, irremediablemente, crear constantemente un lenguaje de convencimiento donde la pobreza, la corrupción o la inseguridad, son más noticia que la reducción de los mismos.