domingo, 14 de noviembre de 2010

Los 214 millones de Migrantes y el Trabajo Decente.

Cuando “la clase política civilizada*”, es decir, la sociedad de las “clases”, habla de la inmigración, lo hace como si se tratase de seres de otro planeta, reduciéndolo todo al “ellos”, a la lucha eterna entre dominante y dominados. Los civilizados olvidan que el 90%, 193 millones de seres humanos (de ellos trabajan 105 millones) que emigran, lo hacen no por querer vivir en París donde expulsan a los pobres de solemnidad, a Estados Unidos donde la Ley Arizona castiga a los de ojos pardos, a España donde el Partido Popular quiere crear contratos con fecha de expulsión o, a la Unión Europea que está de acuerdo con Sarkozy; no emigran para sufrir la xenofobia, lo hacen por necesidad.


Los civilizados han dejado claro que la existencia del Trabajo Decente, para ese “ellos”, siempre ha sido una herramienta comercial; que nunca ha importado la discriminación social, los bajos salarios y el trato de segunda. Que, de lo que siempre se ha tratado es de administrar, con criterio rentista, a ese “ellos”. Como un objeto ora positivo para el crecimiento de los países de origen, ora negativo para los de destino.


214 millones de migrantes bien pudieran pedir un pedazo de tierra y fundar el país ¡Nunca, Jamás!, total a eso aspiran los civilizados, a que ese “ellos”, los arcaicos, siembren sus propias tierras y recojan sus propias cosechas, vendan su arte primitivo y fuerza bruta de trabajo. Pero, civilizados, la noticia es que la crisis continuará y la migración seguirá cruzando fronteras, que las diferencias sociales se estrecharán en las bases de las pirámides poblacionales y que muchos occidentales vendimiarán en países vecinos y otros buscarán un mejor futuro en los países de esos “ellos”, esos que viven al margen de la civilización industrial desarrollada.

*¡Menuda infamia