Quien desee conocer a Chávez debe ir, fundamentalmente, al pasado y a Bolívar. El 19 de abril de 1820, Bolívar escribió, en otro contexto histórico: “A los soldados del ejército libertador, 10 años de libertad se solemnizan este día, diez años consagrados a los combates…a la muerte gloriosa”. Cuando Chávez llama a prepararse para la guerra de los 100 años, no sólo es su egocentrismo lo que aflora, también se arroga el control del conocimiento, y se erige, dentro de una increíble ingenuidad, en el refugio último de toda esperanza americana.
Está convencido, siempre evocando a Bolívar, que le ha tocado abrir el camino de la independencia definitiva, de que todo aquello a lo que renuncia y hace renunciar a muchos venezolanos, es menos importante que lo que él busca: La guerra como la razón de la revolución bolivariana.
Chávez quiere que el pueblo viva el mito, la guerra y el pensamiento de Bolívar de hace 189 años como si viviera el mismo momento histórico; imposible, a los hombres de este siglo aquello les queda muy lejos y lo que les importa es la falta de agua, los cortes de luz, la inseguridad ciudadana, las inversiones en los países de sus amigos y eliminar el dengue. Mientras tanto, sus palabras ya no son titulares en la prensa europea, tal indiferencia debería de preocuparle, indica que algo ha dejado de funcionar para dejar todo en manos americanas.
