domingo, 25 de abril de 2010

LA CRISIS HA TRAIDO MÁS QUE DESEMPLEO

Qué consecuencias y a qué escenario mundial nos ha enfrentado la actual crisis: La mano de obra sobrante ha fortalecido la demanda de la reducción salarial, en España el presidente del banco Central, el presidente de la patronal y el Partido Popular, solicitan activamente la flexibilidad laboral. Los empleos, en el mundo, se han convertido en menos estables y más serviciales, pero no más productivos, se fomentan planes de pensiones privadas por miedo a la perdida de las pensiones públicas. Los créditos escasean porque los bancos no creen en su propia filosofía, la desigualdad social en Europa se ha hecho patente y se ha asentado en la comunidad mundial: del G8se pasó al G20, y Estados Unidos y Japón dan paso a Brasil, Rusia, India y China (BRIC). Y particularmente India, Brasil y Sudáfrica (IBSA) reclaman mayor presencia mundial.

No obstante la “izquierda revolucionaria” debe aclarar a sus seguidores que la crisis no debe ser el único acicate que fomente su mensaje y que sea el cultivo exclusivo para agudizar las contradicciones de clases. Por qué, porque la contrapartida es el reduccionismo a que toda crisis es controlable y por ende el mercado, puede y debe continuar. Así lo ve el Banco mundial cuando dice, a través de su presidente: “Nos encontramos en una nueva economía globalizada…No podemos darnos el lujo de mantener la misma geopolítica de siempre….Mientras la pobreza y los estados frágiles seguían siendo obstáculos a superar, los países en desarrollo crecían hasta representar una porción cada vez más grande de la economía global y convertirse en una importante fuente de demanda para la recuperación de la reciente crisis económica mundial… Con el poder llega la responsabilidad. Los países en desarrollo deben reconocer que ahora forman parte de la arquitectura global”.

Mensajes adormecedores como: Una Seguridad Social para 31 millones de norteamericanos, un mayor control sobre los beneficios bancarios y de Wall Street, eliminar el concepto de tercer mundo, propuesto por el presidente del Banco Mundial Robert B. Zoellick, “porque el surgimiento de los países en desarrollo significa el fin del viejo concepto de tercer mundo”, son la defensa ideológica que pretende considerar la dialéctica marxista como el enemigo común acabado.
Una defensa de la izquierda apoyada, exclusivamente, en una crisis, escondería el fracaso histórico económico, político e ideológico actual, facilitaría pensar que los países emergentes como Rusia, China, India o Brasil quieren convertirse en las superpotencias buenas que no aspiran a dominar el FMI o el Banco Mundial y que cambiarían los principios vigentes; y dejaría a la izquierda como el más puro oportunismo político. Por ello, más que la crisis, es el frente común internacional de la izquierda revolucionaria lo necesario para el éxito de su tarea.

Por otro lado, es lícito pensar que las nacionalizaciones parciales estatales de bancos norteamericanos (City Bank of Lynnwood, First Federal Bank of North Florida...), alemanes (Commerzbank) o ingleses (Barclays, Lloyd’s, Royal Bank of Scotland...) permiten una mayor igualdad social, que la gerencia mundial ha fracasado al igual que los dirigentes políticos; pero no lo es pensar que son definitivas y han eliminado las apetencias de los máximos beneficios.

Lo que hace el Estado es preservar el orden actual que no es otro que el que le sostiene: El capitalista. ¿Quién ha escuchado que los bancos nacionalizados serán participados por el pueblo, o qué los contratos laborales se fortalecerán y los despidos también?