sábado, 29 de enero de 2011

Entrevista a Carlos Aponte Blank (CAB)

De hecho, es posible que un proyecto de cooperación entre trabajadores, empresarios y gobierno en Venezuela pueda no tener éxito; pero lo que sí es prácticamente seguro es que un proyecto excluyentemente estatista, como el que predomina en la actualidad, concluya en un fracaso. ¿De dónde vendrán entonces los recursos financieros para expandir los servicios sociales y para contribuir a la ampliación de los derechos de los sectores en pobreza y excluidos?


JAMI. En marzo de 2009, el presidente Chávez insistía en que la crisis era del capital y no del socialismo, que su revolución había logrado grandes conquistas sociales. Sin duda el desempleo había caído y, aunque las cifras para 2008 eran dispares se situaba en el: 6.5%. Otros analistas barajaban el 15% ya que incluían a las personas que laboraban en las Misiones bolivarianas y eran consideradas, por el Estado, como empleados formales. El volumen de datos que se puede encontrar es tan disímil que el cuestionamiento de los mismos es casi imposible de criticarse.


1.- ¿La conquista social bolivariana en la caída del desempleo cómo ha evolucionado hasta 2010 y, cuál es la tasa real del empleo formal e informal en Venezuela?


CAB. Como usted dice, las cifras que manejan distintos sectores en Venezuela son frecuentemente discordantes, tanto en materia de empleo como sobre muchos otros asuntos. Pero lo más útil en este caso puede ser, usando cifras parecidas a las oficiales como las de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU), que nos situemos en una perspectiva histórica para valorar la evolución potencial de éste y de otros factores económicos y sociales.


Esa perspectiva es tanto más importante al considerar que Venezuela es un “Petro-estado” y que las variaciones del ingreso petrolero generan efectos económicos y sociales que son pasajeros, a menos que se mantengan tendencias de crecimiento del ingreso petrolero persistentes. Y aún con estas tendencias se requiere de políticas económicas mínimamente adecuadas para que se sostenga un crecimiento económico significativo a mediano plazo.


Para 1996-98 la tasa de desempleo anual promedio era aproximadamente de un 12%. A inicios de las gestiones presidenciales de Chávez el desempleo subió un poco para situarse alrededor del 13-14%, entre 1999 y 2001. Y luego con la crisis política abierta de los años 2002-2003, durante los que se produjo el intento de golpe de estado contra Chávez, el desempleo alcanzó hasta 18%. Pero, en medio de la bonanza de ingresos petroleros, especialmente desde el 2004 al 2008, la tasa de desempleo baja para situarse en 7,3% en el 2008, único año en que la tasa de desempleo venezolana se equipara con la tasa de desempleo anual promedio para América Latina y el Caribe que maneja la CEPAL. En 2009 y 2010 la tasa de desempleo venezolana ha desmejorado un poco y ha vuelto a ser peor que la del promedio latinoamericano, y se situaría para el 2010 cerca del 9%.


Lo anterior es una tendencia de muchos de los registros venezolanos asociados con las mejoras socioeconómicas que están directamente movidas por el crecimiento económico que generó el boom petrolero en los años recientes y en especial desde 2004y hasta el 2008. Las escasas mejoras de los años iniciales de las gestiones de Chávez contrastan con los avances que en muchos casos se registran en los indicadores socioeconómicos en la fase de prosperidad, y que son especialmente acentuados entre el 2004 y 2006. Pero luego, esos avances disminuyen marcadamente su ritmo de mejora (en 2007 y 2008) para tender después, a la combinación de estancamiento y desmejora de distintos indicadores socioeconómicos en 2009 y 2010.


Más allá de los detalles y de los muy válidos debates sobre la credibilidad de las cifras en materia de empleo, probablemente valga destacar entonces que, según las propias cifras oficiales, en 2009 y 2010 el desempleo se estaría moviendo entre la desmejora y el estancamiento y que además es una tasa que está por encima de la del promedio latinoamericano que registra CEPAL. No hay ningún logro notable entonces en esta evolución del empleo. Los avances que se dan en 2004-2008 muy poco tienen que ver con el socialismo o la revolución y mucho con unos ingresos petroleros extraordinarios que el país no recibía en una cuantía similar desde hacía más de dos décadas. Algo parecido ocurre con la evolución del empleo informal. Entre 1999 y 2002representó -según registros oficiales del INE (Instituto Nacional de Estadísticas) para los primeros semestres del año- un 51% del empleo total, cifra que se mantenía en ese nivel para el año 2004. Comienza entonces un descenso hasta el 2007 cuando se sitúa la tasa de empleo informal en 44%; y, desde entonces, ese registro ha tendido a moverse y a estancarse alrededor de ese porcentaje.


El grave problema está en perspectiva en que, a pesar de los extraordinarios ingresos complementarios que aportó el boom petrolero en años recientes, el producto interno bruto (PIB) por habitante del país ha crecido apenas en un promedio anual de menos de 1% y, en medio de la confrontación abierta del gobierno de Chávez contra la mayor parte del sector privado de la economía, es improbable que se consiga una vía para un crecimiento económico sostenido que es, en definitiva, el requisito preliminar para poder mejorar significativamente el empleo y su calidad hacia el futuro.


JAMI. Leyendo su análisis sobre el gasto público social de 2007 - 2011, se observan varias características del presupuesto: Gran Gasto público social (más de 91 mil millones de bolívares para 2011). Caída del gasto Público social real por habitante (23.381 a 13.532Bs) y, una tendencia de las inversiones revolucionarias donde el subsector de la vivienda está tan rezagado (algo más de 1 mil millones de Bs.) que no se puede pensar en una verdadera revolución ni conquista alguna y, aunque el subsector de la Salud está algo mejor (22 mil millones de Bs.), sigue siendo precaria la situación real del venezolano. Así, es clara la vocación revolucionaria en el gasto social: + de 30 mil millones de bolívares en educación y + de 22 mil millones en SS.


2.- ¿Cómo ha valorado el venezolano la acción revolucionaria en el gasto sobre la SS y Educativo, y que subsectores (universidades, educación primaria y, pensiones, pago por parte del Estado de seguros clínicos privados, cobertura durante el desempleo, respectivamente...) han recibido una mayor inversión del Estado?


CAB. En materias como el empleo, la inseguridad personal o la corrupción, el gobierno de Chávez ha sido generalmente valorado de manera bastante negativa por parte de la población venezolana. Pero, en contraste, la acción “social” del gobierno ha sido uno de los aspectos mejor evaluados por los venezolanos que han tendido a destacar en esa valoración positiva al sector educativo. Y ciertamente el de educación, y después, el de seguridad social han sido los dos subsectores sociales hacia los que se ha destinado prioritariamente el gasto público social en la última década.


A ese respecto es interesante presentar un breve y necesariamente incompleto comentario. En materia educativa se han producido unos avances importantes de la cobertura desde 1999, por lo que la matrícula estudiantil, especialmente en educación media y también en preescolar, ha mejorado significativamente, a pesar de lo cual quedan grandes sectores de niños y jóvenes excluidos del sistema escolar. Por sólo citar el caso de la población de 15 a 17 años, cerca de la mitad de la misma se encuentra actualmente excluida del sistema educativo.


Por otro lado, se supone que se han producido avances tan o más importantes que aquellos en la cobertura de la educación superior. Pero los registros en este caso carecen de confiabilidad y ni el INE ni el SISOV (Sistema de Indicadores Sociales de Venezuela), organismos que divulgan los datos estadísticos oficiales, han avalado -hasta ahora- nuevos registros de matrícula de educación superior desde el 2005.


Seguramente entonces, se ha producido un importante crecimiento, cuya cuantía podrá apreciarse con más claridad dentro de algún tiempo, y ello fundamentalmente bajo modalidades de educación superior abierta (a distancia) o semi - abierta, aunque bajo pautas de organización fuertemente inclinadas a la improvisación y a la emergencia, y cuya calidad y repercusión en materia de inserción laboral de los egresados constituye una preocupante incógnita.


De hecho los problemas de calidad de la educación venezolana han sido muy poco valorados por el gobierno, quien después de prever la reinstauración de la jornada escolar completa en primaria, abandonó el proyecto de su implantación universal. Y tampoco el gobierno ha facilitado la participación del país en pruebas internacionales comparativas que permitan evidenciar si hay mejoras o no en la calidad de la formación de los alumnos venezolanos.


Ahora, es importante indicar que avances como el venezolano en materia de cobertura educativa se están registrando también en otros países latinoamericanos. Pero además, Venezuela avanzó en los años sesenta y sesenta en un crecimiento de la matrícula de proporciones parecidas a las de la década pasada, por lo que más que algo marcadamente excepcional, lo que se ha hecho es volver a la tradición venezolana de una expansión matricular importante de la educación, expansión que se vio reducida especialmente en los años noventa, en el marco de las restricciones fiscales que sufrió el Estado.


Y en cuanto a la muy difundida idea de la erradicación del analfabetismo, es cierto que para el 2001 se registró una tasa de analfabetismo de un 6-7% que se redujo a un 3-4% según cifras del INE; es decir que hubo una reducción de un 2-3% del analfabetismo. Es indudable la inmensa relevancia humana que tienen los avances alfabetizadores para las personas que se benefician de ellos; pero no es menos cierto que estadísticamente esos avances fueron, en contraste con la abrumadora campaña sobre los supuestos logros educativos de iniciativas como las Misiones, relativamente modestos e inferiores a los de décadas pasadas.


En cuanto a la seguridad social, ciertamente ha aumentado la inversión, pero básicamente con el destino de mejorar la cobertura de las pensiones de vejez. El avance en este caso ha sido también importante y se ha pasado de menos de 400.000 pensionados en 1998 a cerca de 1.600.000 a inicios del 2011.


Pero es necesario advertir que en otros campos la seguridad social está estancada. De hecho no se han aprobado ni las leyes de pensiones ni las leyes asociadas con el seguro de salud, que son consideradas las principales en el sistema de seguridad social venezolano.


Por otro lado, no funciona el seguro de desempleo y el problema de acceso a viviendas se ha agravado notablemente durante las gestiones de Chávez, entre otras materias asociadas con este campo de la seguridad social.


Pero además, todavía más de la mitad de la población venezolana de 60 años y más carece de pensión de vejez y, por rescatar otro de los ejemplos que mencionamos antes, aún la mitad de los jóvenes de 15 a 17 años está excluido del sistema educativo.


Cuando consideramos esos déficits, que son una pequeña muestra de los inmensos y variados problemas sociales venezolanos, preocupa sobremanera saber que el gasto social alcanzó su máximo nivel en 2007-2008 y que luego, en 2009-2010, tuvo un descenso y posterior estancamiento.


Por eso a mediano-largo plazo, a menos que prosiga el auge petrolero indefinidamente, lo que resulta improbable, no se encuentra ninguna vía significativa, distinta a la que pueda proporcionar el crecimiento económico como fuente de ingresos y gastos fiscales complementarios para el país, para poder cubrir el tipo de derechos sociales sobre los que hablamos y para seguir avanzando en la mejora de su atención.


Sin embargo, como asomamos antes, la falta de un proyecto nacional que unifique a los sectores público y privado y que fomente la inversión sostenida por parte de esos dos sectores, ha sido y -sobre todo- es un obstáculo notable para el desarrollo venezolano. De hecho, es posible que un proyecto de cooperación entre trabajadores, empresarios y gobierno en Venezuela pueda no tener éxito; pero lo que sí es prácticamente seguro es que un proyecto excluyentemente estatista, como el que predomina en la actualidad, concluya en un fracaso.


¿De dónde vendrán entonces los recursos financieros para expandir los servicios sociales y para contribuir a la ampliación de los derechos de los sectores en pobreza y excluidos?


JAMI. Analistas venezolanos han estimado que la inflación acumulada de enero 2008 a abril de 2010 fue del 77%, la de abril (2010) en alimentos fue de 12,5%, la agrícola 34% (anualizada 84%), y en los últimos 11 años (a 2010) del 797%. Y la inflación para diciembre de 2010 se estima fue del 29%. Sin entrar en los impactos inflacionarios dentro de los distintos estratos sociales.


3.- ¿Cuáles son las conquistas sociales de la revolución bolivariana dentro de la capacidad adquisitiva venezolana, ha realmente evitado el desplome del Salario Real cuando se realizan incrementos salariales del 21% y la inflación llega al 29%?


CAB. Para abreviar la respuesta podemos insistir en el tipo de abordaje planteado en la primera pregunta. Y es que, en efecto, entre el 2004 y 2008 en medio de la bonanza petrolera, se produjo una mejora del ingreso real de la mayoría de la población venezolana y en particular de sus sectores de menores recursos. Esta mejora del ingreso real la documentaron el Banco Central de Venezuela (BCV), pero también distintas encuestadoras privadas, en investigaciones sobre el consumo de la población. Esa mejora de la capacidad adquisitiva acompañada por la reducción del desempleo y por la mejora del empleo formal que comentamos antes, produjo una reducción significativa de la pobreza de ingresos, que probablemente sea el indicador más relevante a considerar al abordar la pregunta.


Según cifras oficiales del INE, la pobreza por línea de ingreso cubría al 44% de la población para el 2º semestre de 1998, justo antes de la llegada de Chávez al gobierno y se situó en 39% para el 2º semestre del 2001. Después del agravamiento de la pobreza durante los años de conflicto político abierto, aquella volvió a alcanzar un registro cercano al anterior, de 38% para el 2005. Y bajo el estímulo del boom petrolero se situó en 31% en el 2º semestre del 2006 y en 28% en el primer semestre del 2007, valor alrededor del que se mantiene hasta el 2º semestre del 2008.


Hasta allí las cifras del INE pueden ser discutibles, pero guardan cierta coherencia con la evolución económica del país y con otras fuentes de registro estadístico. Valga acotar en todo caso que las cifras venezolanas de pobreza son más altas que las que registran, según CEPAL, varios otros países latinoamericanos como Uruguay, Argentina, Chile o Costa Rica, lo que se contrapone entonces con una fantasiosa superioridad revolucionaria venezolana en esta materia.


Ahora, para el 2009 el INE apunta a un supuesto descenso complementario de la pobreza, hasta un 24% que, este sí, es un dato muy difícil de validar o pasar por alto. Y es que para ese año, y también para el 2010, todas las organizaciones (incluyendo al BCV) que registraron antes mejoras en la capacidad adquisitiva de la población de menos recursos, muestran –ahora- un descenso en los ingresos reales de esos sectores. Considerando esa muy probable desmejora de los ingresos y si suponemos, siguiendo las discutibles cifras del INE, que en el mejor de los casos hay un estancamiento del empleo informal y una leve ampliación del desempleo: ¿De dónde puede surgir una disminución de la pobreza de ingresos? ¿Cómo, de la combinación de menos ingreso y peor empleo, puede resultar una reducción de la pobreza de ingresos?


Y no puede acudirse al argumento de un supuesto incremento de las transferencias gubernamentales directas hacia los pobres, puesto que con la caída de los recursos fiscales en 2009 tendió más bien a descender claramente el financiamiento del gasto social y de ese tipo de transferencia, tanto en el 2009 como en el 2010. Considerando que el país ha tenido un fuerte decrecimiento económico en los dos últimos años, y a la luz de las consideraciones previas, todo apunta a que se ha producido un aumento –así sea leve- de la pobreza de ingresos en el país en 2009 y 2010.


Y nuevamente la reflexión debe moverse, al cerrar esta respuesta, hacia el tipo de proyecto que permitirá al país disminuir persistentemente la pobreza, que es nuestro principal problema nacional. A pesar de los altos precios petroleros que se vislumbran para el 2011, el sector oficial estima para este año un crecimiento económico de un modesto 2% que representa un aumento cercano al 0% si lo calculamos por habitante. Sería un tercer año de estanflación (mezcla de recesión y alta inflación) en medio de la que el proyecto oficial parece depender, un tanto agónicamente, de unos precios petroleros aún y cada vez más elevados. Esto hace muy vulnerable la perspectiva de reducción de la pobreza y abre unas grandes interrogantes acerca de la posibilidad de mejoras futuras del Estado social, bajo el actual régimen político.


Carlos Aponte Blank, Sociólogo y profesor – investigador del Área de Desarrollo Sociopolítico del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela.