martes, 22 de junio de 2010

¿Somos Marionetas los Ciudadanos de a Pie?

¿Quién en al antigüedad no defendió que la tierra era plana? ¿Quién en los 1870 no se vio condicionado por la corriente marxista? ¿Quién en los 1950 no creía en Adán y Eva?, y en 2006 ¿Quién no hablaba de Tom Cruise y su Misión Imposible?

Convencido de que todo conocimiento crece, también creo que está claramente demostrado que nuestros pensamientos y opiniones son productos de un momento y contexto dados, y que siempre han sido dirigidos a la defensa de unas determinadas necesidades jerarquizadas: La jerarquización de los valores, de los saberes, de los intereses y de los hombres.

Y en la actualidad, con la crisis mundial, ¿hacia dónde se dirigen nuestros pensamientos? Muchos, sin importar el grado de conocimiento, nos hemos convertido en especialistas financieros, de la bolsa o críticos de los programas de cotilleo; total, esa corriente no tiene validez para quienes establecen las reglas del juego, quizá ¿El Grupo Bildelberg? Pero, ¿qué tiene, entonces, validez? Todo y todos, en la medida que creamos, transitoriamente, opinión pública e influimos y somos influidos en y por nuestro entorno, pero nada más. Y es así porque nuestras disertaciones no son, de ninguna manera, una nueva alternativa ideológica.

¿Estamos tan condicionados en pleno siglo XXI? A mi entender, nuestro pensamiento del mundo se sujeta a la concepción que tenemos de él, de un mundo inmediato, que nos brinda o no seguridad. Y, ¿la ciencia, está igual de manipulada? La ciencia como los “Jefes” (G7, G20) poseen el conocimiento élite, la capacidad de una influencia masiva que nace de la multiplicidad de las clases sociales, pero que sólo se sostiene si detentan el poder; son por así decirlo, los creadores de la conciencia, de la objetividad y de los privilegios.

Y, ¿la ideología dónde queda? En el mundo de hoy, creo, está en un terreno que se mueve entre el ensayo y el error. Captar la realidad y modificarla es una tarea imposible para el ciudadano de a pie. El pensamiento creador se ha restringido al máximo y pocos saben diferenciar la ideología del centro-derecha, centro-izquierda y socialdemócrata; socialista y comunista. A lo más que llegamos es a la negación o no de lo que es ser marxista.

Luego, ¿somos borricos con una zanahoria en la oreja? No, la actual crisis mundial hace que el antagonismo social esté más vivo que nunca, pero es un antagonismo orientado a la defensa de nuestra posición social, es decir, nos hemos quitado la máscara y lo nuestro es lo primero, lo segundo y lo tercero. Y, ¿es posible que el Socialismo del SXXI sea la alternativa? Esta corriente además de formar parte del mundo inmediato y se proclame infalible, que encarna la ley y que es el único medio para alcanzar la “máxima felicidad posible”, no deja de ser otro ensayo y otra forma de condicionar nuestros pensamientos.

Y, ¿hay una tercera vía? La tercera vía somos nosotros con nuestras mayores exigencias en formación intelectual, en ser críticos de nuestra sociedad, en ser conscientes de que no somos autónomos y que la clase dominante es el poder económico, financiero, religioso, social, jurídico, militar y político. Y que por más que nos empeñemos, nuestros pensamientos, si no los transmitimos, no son eternos; que si es cierto que estamos condicionados, también lo es el que podemos condicionar.