sábado, 3 de octubre de 2009

La Revolución Bolivariana, como todas las revoluciones, no le gusta a todo el mundo.

Frente a la revolución bolivariana se presentan 2 posturas: Una, entenderla y asumirla como la solución y el objetivo necesario, otra, distanciarse y diferenciarse de todo “comportamiento revolucionario”.

¿Cómo es posible tales respuestas en un escenario donde todos asumen que el pasado político estuvo plagado de errores?, porque los pueblos tienen conciencia individual y de grupo, porque toda respuesta está condicionada al cómo hemos vivido desde la niñez, a la formación recibida y a la percepción del hecho. Ambas reacciones no son pasivas, los primeros actúan modificándose ellos mismos, los segundos, modificando lo que consideran una desviación del orden social establecido en su memoria histórica, evitando la transformación de su conducta y la desintegración de lo conocido.

¿Cómo y quién motiva hacia la homogenización de la respuesta?, el líder, quien se erige, en primera persona, como la conciencia a seguir por los niños, la masa, los intelectuales y las clases sociales. Por ello es un fenómeno a largo plazo y con tantos riesgos.

Cabe preguntarse, ¿y los intereses?, entendiendo que están en relación a los logros sociales, ambas partes inician el camino de acuerdo a sus orígenes sociales; los primeros no pierden nada, los segundos lo arriesgan todo.

No hay comentarios: