sábado, 3 de septiembre de 2011

Con Pablo Milanés en Miami Cuba es menos castrista.


Sólo unos pocos se quejaron de la actuación del cantor cubano en Miami el pasado 27 de agosto, ese pequeño grupo pidió incluso se anulara su presentación, pero 3.500 entradas a un precio medio de 100 dólares [350mil dólares] por una noche, impidieron a las autoridades locales paralizar el espectáculo.

Con Obama las visas norteamericanas a artistas cubanos se han relajado y con ello el dinero del enemigo yankee ha comenzado a entrar a la isla caribeña. La intolerancia de los cubanos en Miami y la de los Castro en el mundo ha comenzado a ser historia y la música como instrumento político ya no es capaz de transmitir el romanticismo de lucha de los años 60, 70, 80 y 90. Sin duda estamos conociendo un nuevo estilo de intervención en el conocimiento de los revolucionarios cubanos que, negando el way of life, lo esperaban.

A las hermosas canciones de Milanés le presidieron sus declaraciones sobre el rechazo al sistema de castas, la censura en la prensa y la discriminación de los negros en Cuba. En otro momento difícilmente el cantautor podría continuar denominándose revolucionario, pero ha llovido tanto sobre estas afirmaciones que han tenido que ser aceptadas en el último congreso del PCC. La revolución ahora permite el turismo norteamericano a sus playas y exige que los cubanos puedan salir sin necesidad de la tarjeta blanca del Estado y la carta de invitación para viajar al extranjero. Don InterMoney se ha anotado un gol.

Ahora las apuestas son: 1.- Con el dinero venezolano y norteamericano la revolución se fortalecerá.  2.- El imperio contaminará definitivamente a la nueva juventud cubana y 3.- Internet no es una herramienta revolucionaria.

La actuación de Milanés queda para muchos relacionada con la perfección de su arte, con el reproche a una voz desgastada y a la discusión literaria que puede o no continuar transformando la lucha diaria en un ideal de la vida. Otrora sus canciones eran el contrapoder, la ideología y urgían otra realidad. Hoy el capital le ha dado un espacio público con un salario millonario al que tanto ha satanizado; sin duda pareciera que cada quien puede pensar y decir lo que quiera sin subordinarse voluntariamente a un poder. En Cuba, Venezuela o Estados Unidos, la realidad es que toda libertad está severamente reducida.

La importancia de la actuación, una cubana más, es la incidencia de la voz sobre la historia, Milanés no se presentó como revolucionario sino como un artista cubano que canta bellas canciones y que ha reconocido los muchos errores de Fidel; olvidó el contexto histórico que determinaron esos errores y los errores de los ahora sus nuevos amigos. Sus canciones continúan proporcionando el placer de lo estético pero no el modelo para la realización de algo nuevo. Como viajero y observador sé cuándo un país carece de café, azúcar o leche o, posee bienes en abundancia a la venta y no hay libertad para comprarlos. Milanés no es la excepción y los errores de la revolución cubana no han nacido ayer para ser reconocidos hoy. 

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