martes, 4 de enero de 2011

Hugo Chávez según el cristal con que se mire

Si se concedieran Poderes Especiales a Obama, Merkel o Trichet, a pesar de la que han montado, el capital haría exclamaciones de reconocimiento; pero con Chávez, vocifera la frase más despiadada: Eso no sucede en los países “civilizados”.

Pero, si Chávez está empeñado en andar el camino de la mayor felicidad y justicia social, por qué tanto consenso en ejercer tan encolerizadas críticas. Muchas son las razones, he aquí algunas: Porque en los 18 meses de Poderes Especiales dará, tomará y quitará poder a quien le adversa y, porque lo que no ha logrado en 11 años difícilmente lo hará en este breve período de tiempo. Tiene tantos errores como para ahora dictar normas que regulen los modos de proceder de instituciones públicas o privadas ante catástrofes. ¿Por qué no las dictó para evitar el cinturón de ranchos de Caracas, La Guaira y Guarenas, levantado en plena revolución, por qué, si en 2000 el 9% de pobres extremos vivía en ranchos con suelo de tierra y en 2010 el 22%, no tomó esas decisiones?

Lo mismo sucede al querer dictar normas que regulen la actuación del Estado y personas de derecho privado, en la realización de obras de urbanismo y de telecomunicaciones. Quienes gritan airadamente dicen, con razón, que el déficit de la vivienda en Venezuela en 1999 era de 1.5 millones y en 2010, de 2.5 y, que en 11 años Chávez ha construido 348.589 viviendas, la mitad de lo que hizo, c/u de sus antecesores (Caldera, Pérez, Campíns y Lusinchi) en 5. Pero eso gritos provienen de la banca por miedo a perder más control sobre los depósitos del país (71%), pagar el 5% de sus beneficios brutos antes de impuestos y frenar los límites de las tarjetas de crédito. En cuanto a las telecomunicaciones se corre el riesgo de una autocracia límite que evite la participación de multinacionales si no cuentan con el acuerdo gubernamental, pero evita que los grandes medios escurran el bulto de su responsabilidad en los contenidos.

Ni que decir de sus desaciertos en el control de la tierra y el suelo urbano, así como en el evitar la exagerada concentración demográfica. En Venezuela el 90% de los habitantes lo hacen en medios urbanos, cómo logrará ese cambio en ese tiempo, no es creíble tal destreza. Por otro lado las expropiaciones de empresas, de las 700 hectáreas de la Universidad Central de Venezuela, donde se impartían prácticas universitarias de Agronomía y Veterinaria, de los 43 latifundios con más de 20 mil hectáreas, con el fin de poner las tierras a la orden de los pobres y, su decisión, después del azote de la naturaleza en Higuerote, de tomar hoteles de lujo y viviendas vacacionales porque los dueños se la pasan en Miami, no dejan duda a la búsqueda de una Venezuela cubanizada. Pero también es cierto que la expropiación de desarrollos urbanísticos privados en Caracas y Valencia no generó quejas de la clase media.

Chávez es esópico, temperamental y nada gestor, de ahí otra de sus desatinadas manifestaciones: Declarar suelo urbano una parte del parque nacional El Ávila (85.100 hectáreas) en las montañas caraqueñas, para construir viviendas, ignorando que la modificación del terreno y pérdida vegetal pondría en peligro a los nuevos pobladores y áreas vecinas por el alto riesgo de deslizamientos. En cuanto a dictar normas financieras y tributarias y crear fondos para contingencias naturales y de seguridad ciudadana, su credibilidad es mínima, incluso conocidos marxistas esgrimen que desde 1999 el líder rojo vive de una economía rentista petrolera, que se ha negado a crear fondos de estabilidad económica y, que el incremento del IVA se realizará para recuperar los 10 billones de bolívares que perdió cuando lo bajó la presión tributaria del 16 al 12%. Chávez tiene un inmenso reto para el triunfo o el destierro con unas exportaciones no petroleras de sólo el 4% (hierro, acero, aluminio y química básica) y de las de sectores no petroleros en 2008 del 2%.

La revolución bolivariana tiene mucho más que justificar porque las desigualdades ciudadanas continúan: el desempleo llega al 15%, la tasa de informalidad al 45% y, la la OIT estima que entre 150.000 y 200.000 niños menores de catorce años trabajan en el país. Por último, no debemos olvidar que los Poderes Especiales son para confirmar la revolución bolivariana, por ello no es de extrañar que políticamente un diputado elector por una fracción política no pueda abandonarla e irse a otra conservando su curul.

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