Estados Unidos da un paso más para reafirmar que la supervivencia de su hegemonía está primero que los derechos de cualquier otro país. Venezuela se ha convertido en el díscolo más rico, influyente e importante de todas las Américas y para los magnates de la tierra esta regla no está escrita ni por aceptar que se haga.
El gran imperio, herido, juez y tribunal del mundo, considera imperdonable vender gasolina a Irán pero democrático no extraditar, a Venezuela, al asesino de 73 personas, el terrorista Luis Posada Carriles ex miembro de la CIA, nacido en Cuba y nacionalizado venezolano y, hoy absuelto por la justicia norteamericana; el no haber dado solución al asesinato, por parte de sus soldados, en 2004, en Puerto Príncipe, al periodista español Ricardo Ortega o dar apoyo económico y financiero a partidos políticos, organizaciones estudiantiles, sindicales y medios de comunicación venezolanos opositores del bolivianismo a través de la Fundación Nacional para la Democracia, ilegal en Venezuela, con el fin de crear nuevos líderes que defiendan el estilo de democracia norteamericana y desestabilicen cualquier acción disidente.
El bloqueo gubernamental a Venezuela no tiene trascendencia económica, pero establece la primera carta del juego, después de fracasar intentos de genocidio contra Chávez, desacreditar cualquier político marxista como ha sucedido tras el reiterado aplazamiento de la entrada de Venezuela en MERCOSUR por considerar que Chávez es un déspota, instigar golpes de Estado como el de 2002 y crear divisiones dentro de la izquierda venezolana como la de 2007 cuando el presidente del Partido Comunista de Venezuela, Jerónimo Carrera Damas, dijo que la revolución bolivariana era burguesa. Por último, 2012 es un límite para la confirmación de la decadencia de la influencia de la Ley Monroe porque se elegirá al nuevo presidente de Venezuela y Chávez no es la solución norteamericana.
Por ello muchos creen que USA prepara la salida del líder rojo con los mismos medios que utilizó contra Allende.
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